Shhhhhh es la una de la tarde y luego del almuerzo la
abuela sentada en su mecedora, duerme la siesta en el solar. Hace calor pero a la sombra de los palos de
mango, marañón, guayaba, guanábana, tamarindo y palmas de coco, el viento
cómplice sopla para que ella descanse, porque madruga mucho. Ella es la reina, la dueña, la matrona, es
una mujer fuerte pero es linda, dulce y tierna, una mujer trigueña, de mediana
estatura, caderona, de mirada dulce y suave, de sonrisa cómplice, de ojos
pequeños, de eternas trenzas cogidas en una moña atrás de la cabeza, siempre usa
vestidos a media pierna y con bolsillos para guardar la devuelta de los mandados. Su casa siempre huele a café recién hecho a
las seis de la mañana y a las cuatro de la tarde.
Allí nos encontramos sus nietos cada período de
vacaciones y aunque somos de diferentes edades quedamos bajo su supervisión y ella
se encarga de proveer todo lo que podamos necesitar. Tenemos un perro negro y grande que nos protege,
gallinas para corretear y quitarles los huevos a la hora del desayuno, un
marrano que ella engorda para los tamales en diciembre, muchos árboles frutales
y una chalupa que mandó traer porque alguna de las más pequeñas un día se lo
pidió, la instaló debajo del palo de mango, jugábamos en ella sentados remando
y cuando nos cansamos la volteamos y la usamos de comedor.
La casa, ubicada en la calle principal también tenía
un corredor en el que jugábamos bajo su estricta vigilancia, ella sentada en su
mecedora en un extremo, con su abanico que le ayudaba a refrescarse y a
espantar los moscos, saludaba a todos sus conocidos. Los nuestros no tenían permiso para arrimar,
solo podíamos verlos en misa o cuando la abuela dormía en el corredor o en el
solar. Pasó el tiempo y siempre desde
cualquier lugar regresábamos a verla y a vernos.
Una mañana la abuela ya no despertó y al viajar a
despedirla descubrí que la casa, el solar y el corredor no eran tan grandes
como los recordaba, pero si era muy grande el amor que todos sentíamos por ella
en la familia y en el pueblo, había tenido muchos hijos y enviudó muy joven,
sin embargo su casa era de todos y ayudaba a cuantos podía.
Shhhhh la abuela duerme, el mango, el marañón y todos los demás
árboles siguen ahí y su recuerdo siempre estará en esa casa y en los recuerdos
que mi mente guarda.
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