viernes, 17 de marzo de 2017

No Hay Ángel Para un Final

Por Andrés Castiblanco Roldán

El tiempo jamás se detiene cruza el umbral del presente hacia el pasado. Es mayo y sostengo en mis manos la última carta de Ángel antes de desaparecer de la vida de Astrid, en este escrito se aclaran las dudas de su indecisión, pero así mismo surgen interrogantes sobre su destino:

Barranquilla 27 abril de 1988

Cristina Sánchez Fabra
Directora de Fomento a la Arqueología
Instituto de Cultura

Apreciada profesora:

Apenas puedo recordarla como mi amiga, pero las circunstancias de hace 2 semanas nos han dejado en medio del limbo y la indiferencia. Una vez alguien dijo que el silencio es elocuente, pero entiendo más que la elocuencia que encierra el silencio es creadora, crear es renovar, reaccionar frente al mundo y yo estoy reaccionando.
Saludos a Astrid, de lo que sucedió o no solo el tiempo hallará la razón a alguno de los dos. Por ahora no deseo más que la felicidad y la libertad de elegir el camino, he aprendido que en la sensualidad de un baile el amor conspira para cumplir su propósito, confieso que no volveré a bailar igual, pero no niego que el plan de los sentimientos ha fallado. Tan solo quedan fragmentos de música en mi cabeza, pero eso se lo dejo a la memoria y al olvido, aún mis labios están entrecerrados, esperando la saliva que los cierre, tal vez en otro momento un beso los selle y se pose en ellos para siempre. Cuídate mucho, con todo cariño 
Ángel
El tema se cerró y aquél indeciso ser viajo al sur donde no se le ha vuelto a ver. Posiblemente se suicidó o murió dedicado a beber y fumar en alguna calle, talvez cambio de nombre y domicilio. Lo último que se supo fue que se le había visto borracho en uno de esos bares del puerto donde la gente llega a conspirar y a bailar. 


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