martes, 14 de marzo de 2017

University, Inc.

Por Omar Camargo Rodriguez

Se celebraba la inauguración de la sede berlinesa de la Corporación Trump para el Aprendizaje Competitivo, ubicada sobre el costado norte de la Unter den Linden, en el espacio que por un poco más de dos centurias ocupó “La Idea de Universidad", la mítica Humboldt-Universität. La extraña y desafiante réplica enana de rascacielos manhattanite que en su lugar ahora se erguía, al margen del esfuerzo creativo que el octogenario Libeskind hubiera puesto en el diseño de esta estaca refulgente y muda clavada en el corazón cultural de Berlín, habría hecho llorar a Goethe, Schiller a Heine o inclusive, a Marlene Dietrich. Este espacio que había visto al último Maestro y al primer Profesor de la universidad moderna un poco más de dos centurias atrás, ahora veía la extinción del último profesor para darle paso a la especie mejor adaptada al sistema: el instructor. Entre la selecta concurrencia a la inauguración se encontraba precisamente uno de sus exponentes más afamados, Mr. Mart, mejor conocido como Mr. Mooc o Mr. Everywhere, quien ofrecía cursos on line sobre emprendimiento, spin-off y marketing para algo más de 3,5 millones de “estudiantes” alrededor del mundo. Mr Mart, estaba extasiado, y al igual que último Maestro, también creía presenciar el Fin de la Historia. Una mezcla de piano electrónico, percusión metálica, timbres sintéticos, ruidos robóticos y voces reducidas a objetos sonoros carentes de contenido semántico ambientaban el encuentro. Videos art-pop tipo Vaporwave, Internet Club o New Dreams de artistas, alguna vez fieles al accelerationist zeitgeist, ahora sin alma pero con mucha fama, subsumidos ahora en el pensamiento único, eran traídos vía streaming a la gran pantalla holográfica del salón Chicago. La concurrencia se sentía protagonista de una Gran Transformación. “Innovación”, “destrucción creativa”, “competitividad”, “crecimiento del crecimiento”, “competencias”, “capital humano”, “mercado laboral”, “flexicurity”, “management”, “mercados financieros”, “inversión”, “rentabilidad”, “rankings”, “servicios educativos”…, eran palabras que como lluvia fina pero pertinaz iban inundando el perfumado y confortable ambiente del Chicago hasta casi ahogar la “música”. “Los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo, pero ahora de lo que se trata es de transformarlo", en letras doradas sobre un mármol verde esmeralda se leía a la entrada del gran salón. Era lo único que se conservaba de la antigua Humboldt-Universität, frase que en un giro paradojal terminó siendo acogida por la Corporación por pragmática y utilitarista que según los más cultos de entre la adinerada concurrencia, había sido escrita por un tranquilo joven de Tréveris, estudiante de Derecho, brillante y dedicado que, sin embargo, debió dejar esta Universidad antes de terminar sus estudios, según ellos, por falta de un crédito educativo.

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