sábado, 18 de marzo de 2017

Recuerdos de sus Ayeres

Por Zeta

La distancia entre las personas se volvió relativa en nuestros días, así que al afirmar que llevo más de un año sin hablarle me hace aún más difícil la tarea de maquinar una excusa que me pueda creer. El, siendo hijo de 2 pero hermano de muchos, como tantas familias paisas de los setenta, crece en la compañía de sus 6 hermanas a las que adora y sus 4 hermanos a los que comprende. ¿y es que hay en Medellín alguna persona que no tenga por lo menos un pariente que su mundo sea el licor?  Pues entonces por razones que debido a la estreches de esta historia no quiero ahondar, a este personaje le tocaba ver como su papa y sus hermanos se los iba carcomiendo el trago y, por ende, él, y sus hermanas heredaban la responsabilidad de darle a su mama una buena vida. Por qué no hay nada más paisa que partirse el lomo para ver la sonrisa de su mama, ya que ella se partió el lomo criándoles, y así un ciclo de “yo lo hago por vos, porque lo hiciste por mi” que, a mi generación, un poco más acomodada nos cuesta entender. De un carácter para sí mismo tranquilo, pero para los demás volátil, de un genio volcánico que le causó más de una cicatriz. Si este hombre se rapara tendría un sinfín de caminos en su cuero cabelludo, y quien fuera a pensar que estas rutas, reflejo de su temperamento le marcaran su destino. De tez blanca, cabello crespo de color rubio intenso que con los años fue apagándose, sus característicos ojos marrones miel y su sonrisa que, con labios delgados y dentadura ordenada y emparejada, siempre ha tenido una mezcla entre coqueta y libidinosa (culpable de una que otra trocha en la cabeza). Pero la marca de presentación de este sujeto era su altura. Pocas personas he conocido tan orgullosas de sí mismos, siendo bajitos. Es que creerte todo un galán que mide 1.65 necesita de una autoestima gigantesca (que ironía). Entonces, si juntamos esos ojos (que cargan las desdichas y las amarguras de trabajar siendo niño) haciéndole techumbre a su sonrisa (su herramienta más eficaz para cogerle el culo a la vida cada vez que le daba la espalda), y todo apretujado en ese recipiente perfumero, nos da la mezcla más volátil entre orgullo y ganas de comerse el mundo.

y a su medida lo hizo. A sus 30 era el ejemplo a seguir de todos sus hermanos. No pudo estudiar la carrera de sus sueños por que le falto una cifra en el puntaje del examen de admisión   para poder cursar periodismo, aunque sin ser sorpresa ya que este personaje, que termino el colegio casi que, haciéndole un favor a su mama, el era tan jarto que con uno o dos guaros de clase en clase se le hacían más amenas, pudiera ingresar a una universidad pública. Pero como lo sé, esto no lo detuvo. Cobro favores y pidió otros, uso esa sonrisa, y su malgenio más de una vez. Se hizo odiar y amar casi que por igual. Ahorro e invirtió. Tuvo su propia familia (junto a sus 10 hermanos… ya se imaginarán la cantidad de gente que salió en esa generación). Y cuando creía que nada lo podía parar, su madre murió. Y esto ocurre justamente durante su recuperación en el hospital (perras trochas), accidente (o no) generado por su temperamento. Y ahí estaba en la cama del hospital en la madrugada, viendo como su esposa y dos hijos dormían en ese mueble incomodo que habían dispuesto para ellos en la habitación. Y pensaba ... ¿ahora qué? Todo era por ella y para ella. Él había hecho familia, sí, pero esa no era su meta; él quería que su madre conociera el mundo más allá de la cocina, la sala y su cuarto. Quería que se comiera (despacito) el mundo con él. Que siguiera envejeciendo al lado de sus nietos con la tranquilidad que da el dinero. Pero ya era tarde, ella se había ido. El, cuya meta era sacrificarse todo lo humanamente posible por ella, no pudo cumplir su cometido. En ese instante, cuando comprendió que sus esfuerzos no alcanzaron, y que el sueño que tuvo de ver a su mama con una sonrisa perpetua se habían muerto con ella.


Y fue ahí, a la edad de 8 años, cuando vi como una de las personas más fuertes y parcas que había conocido, derramo una lagrima en silencio. Yo compartí ese momento con él, aunque no lo supiera. Fue la primera vez que vi a mi papa llorar.

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