La distancia entre las personas se volvió
relativa en nuestros días, así que al afirmar que llevo más de un año sin
hablarle me hace aún más difícil la tarea de maquinar una excusa que me pueda
creer. El, siendo hijo de 2 pero hermano de muchos, como tantas familias paisas
de los setenta, crece en la compañía de sus 6 hermanas a las que adora y sus 4
hermanos a los que comprende. ¿y es que hay en Medellín alguna persona que no
tenga por lo menos un pariente que su mundo sea el licor? Pues entonces por razones que debido a la
estreches de esta historia no quiero ahondar, a este personaje le tocaba ver
como su papa y sus hermanos se los iba carcomiendo el trago y, por ende, él, y
sus hermanas heredaban la responsabilidad de darle a su mama una buena vida.
Por qué no hay nada más paisa que partirse el lomo para ver la sonrisa de su mama,
ya que ella se partió el lomo criándoles, y así un ciclo de “yo lo hago por vos,
porque lo hiciste por mi” que, a mi generación, un poco más acomodada nos
cuesta entender. De un carácter para sí mismo tranquilo, pero para los demás volátil,
de un genio volcánico que le causó más de una cicatriz. Si este hombre se
rapara tendría un sinfín de caminos en su cuero cabelludo, y quien fuera a
pensar que estas rutas, reflejo de su temperamento le marcaran su destino. De
tez blanca, cabello crespo de color rubio intenso que con los años fue
apagándose, sus característicos ojos marrones miel y su sonrisa que, con labios
delgados y dentadura ordenada y emparejada, siempre ha tenido una mezcla entre
coqueta y libidinosa (culpable de una que otra trocha en la cabeza). Pero la
marca de presentación de este sujeto era su altura. Pocas personas he conocido
tan orgullosas de sí mismos, siendo bajitos. Es que creerte todo un galán que
mide 1.65 necesita de una autoestima gigantesca (que ironía). Entonces, si
juntamos esos ojos (que cargan las desdichas y las amarguras de trabajar siendo
niño) haciéndole techumbre a su sonrisa (su herramienta más eficaz para cogerle
el culo a la vida cada vez que le daba la espalda), y todo apretujado en ese
recipiente perfumero, nos da la mezcla más volátil entre orgullo y ganas de
comerse el mundo.
y a su medida lo hizo. A sus 30 era el ejemplo
a seguir de todos sus hermanos. No pudo estudiar la carrera de sus sueños por
que le falto una cifra en el puntaje del examen de admisión para poder cursar periodismo, aunque sin ser
sorpresa ya que este personaje, que termino el colegio casi que, haciéndole un
favor a su mama, el era tan jarto que con uno o dos guaros de clase en clase se
le hacían más amenas, pudiera ingresar a una universidad pública. Pero como lo
sé, esto no lo detuvo. Cobro favores y pidió otros, uso esa sonrisa, y su
malgenio más de una vez. Se hizo odiar y amar casi que por igual. Ahorro e
invirtió. Tuvo su propia familia (junto a sus 10 hermanos… ya se imaginarán la
cantidad de gente que salió en esa generación). Y cuando creía que nada lo
podía parar, su madre murió. Y esto ocurre justamente durante su recuperación
en el hospital (perras trochas), accidente (o no) generado por su temperamento.
Y ahí estaba en la cama del hospital en la madrugada, viendo como su esposa y
dos hijos dormían en ese mueble incomodo que habían dispuesto para ellos en la
habitación. Y pensaba ... ¿ahora qué? Todo era por ella y para ella. Él había
hecho familia, sí, pero esa no era su meta; él quería que su madre conociera el
mundo más allá de la cocina, la sala y su cuarto. Quería que se comiera
(despacito) el mundo con él. Que siguiera envejeciendo al lado de sus nietos
con la tranquilidad que da el dinero. Pero ya era tarde, ella se había ido. El,
cuya meta era sacrificarse todo lo humanamente posible por ella, no pudo
cumplir su cometido. En ese instante, cuando comprendió que sus esfuerzos no
alcanzaron, y que el sueño que tuvo de ver a su mama con una sonrisa perpetua
se habían muerto con ella.
Y fue ahí, a la edad de 8 años, cuando vi como
una de las personas más fuertes y parcas que había conocido, derramo una
lagrima en silencio. Yo compartí ese momento con él, aunque no lo supiera. Fue
la primera vez que vi a mi papa llorar.
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