sábado, 18 de marzo de 2017

Después de las Doce

Por Laura Marisela Oviedo Gualdron

A tres pasos de la cama yace su cuerpo de nieve, la pulcritud de la escena me estremece, al parecer soy el primero en enterarse, el escándalo está lejos de mi puerta. Como es apropiado en estas circunstancias, recorro y analizo la habitación sin mayores indicios a la vista. Repaso conversaciones, actitudes, mensajes entre líneas de las últimas semanas y nada parece sospechoso. Entre armarios y cajones sólo está el desorden habitual, la cama está con sus cuatro almohadas y dos cojines en total orden y sin pliegues en las sábanas y la tenue luz de las lámparas es suficiente para descubrir cualquier objeto. Esta búsqueda de ese “algo” esclarecedor sobre los hechos sugiere dedicar el tiempo en pensar, recordar y hasta adivinar la causa del siniestro. 

La observo de cerca, enredada entre sábanas, aun en estas condiciones, luce como arte, encajaría perfecto en un cuadro de Botticelli. Abstraído en su cuerpo noto marcas alrededor del cuello, deben ser el recuerdo de las manos del asesino aún sin nombre ni rostro. Tras pensar un rato, me parece la escena de un crimen pasional: ella en la alfombra con su pijama de encaje y seda, labios rojos y una negación a los deseos de su amante y asesino; o quizá leía la novela de la semana cuando la mujer de su amante, la sorprendió para estrangularla. No, no, me parece más lo primero que lo segundo, porque, ¿cómo podría enterarse la otra mujer si yo no pude?; es más factible que mi mujer y su amante tuvieran una aventura totalmente secreta.

Imaginar e inventar teorías, me distrae un poco del dolor y el suplicio de haberla perdido, de no poder ya nunca trazar su silueta a punta de caricias, ni pintarle el cuerpo a besos, y menos podré proclamarla diosa en la cima del clímax. Se fue el alma de mi compañera, mi cómplice, mi amor y solo me queda su cascarón inerte sobre la alfombra.

Recostado a su lado el techo parece más alto y la habitación más vacía; es curioso como nunca había mirado el cuarto desde esta perspectiva, por impulso o sexto sentido, giro la cabeza y bajo la cama hay un diario, una chalina y lo que parece un frasco de pastillas. 

14 comentarios:

  1. Me gustó mucho el cuento, es de los cuentos que te transportan a otro escenario u otra época, podría pasar por cuento clásico.

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  2. Muy interesante y bien redactado, pienso que debería ser un poco más extenso para darle cabida a más trama y conocer el final

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  3. Que bueno... es un relato muy interesante, cautivador y bien estructurado... creo que solo le falta un desenlace...

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  4. Me gustó mucho , atrapó mi atención desde la primera línea, es de esas historias que hacen volar tu imaginación al lugar de los hechos,y te metes en los personajes. De seguro no fue un suicidio.....

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  5. Muy buen cuento, de esas historias que ponen tu mente a volar, cautivan totalmente tu interés y hasta planteas hipótesis. Felicidades por tus talento Laura.

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  6. Muy buen escrito, interesante, cautiva y genera suspenso... solo falto algo de desenlace.

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  8. Que buen escrito, es interesante desde principio a fin, su trama y como al final deja a la imaginación del lector.

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  9. Laura te quedó geniaaaaal, me recuerda mucho a Edgar (Y amo a ese hombre) esta genial genial lo que escribiste.

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  10. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  11. global mente me gusto, pero creo que una u otra metáfora más habrían sido bien recibidas, claro que es gusto personal. me gustan este tipo de cuentos, los que tratan de tragedia, muerte, y desesperanza. good job babe.

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  12. Letras que impregnan mis ojos y transpiran imaginación!

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