Comenzando este año me había propuesto con toda determinación, sin más rodeos, empezar
a sentir con profundidad las cosas que veo. Les comente a algunos buenos amigos, mis
firmes intenciones; unos se rieron, otros me miraron curiosos para después preguntarme
que me había fumado, y alguno me dijo con ternura fraternal que me propusiera ir al
gimnasio o empezar clases de inglés o música como todo el mundo.
Mi decisión ya estaba tomada, no había vuelta atrás. La idea se me metió, cuando en uno de
esos laaargos días, donde me he levantado con el firme propósito de aprovechar al máximo
el tiempo, y a la una de la tarde, no había hecho nada naturalmente. Ya entregada la
mañana al sano, y mal entendido ocio, busque una película; recuerdo que el protagonista
era el mismo de “Gladiador.” La verdad, es que no recuerdo bien el argumento, creo que el
hombre enloquecía, o algo así, no va al caso. Lo que recuerdo con claridad, es que en un
momento dado este personaje, que era un gran científico, empieza a ver números, formulas,
vectores, ¡cantidad de cosas!; y estas abstracciones hacían que el mundo cobrara un
verdadero sentido. Lo vi claro, el mundo tenía toda la inspiración necesaria si yo tenía la
visión adecuada. El arte nace cuando las personas pueden equilibrar la razón y la
imaginación. ¡Era obvio! Que atormentado viviría un verdadero músico si no encontrara
melodías varias en toda la congestión moderna; ¡aaah! Y esos fotógrafos y cineastas, la
cantidad de planos en cualquier árbol o torre de telecomunicaciones, y los innumerables
papeles interpretados, por el señor que pide casi de rodillas un crédito que no necesitan, o
los vendedores de diversos servicios u oportunidades inútiles e incansables religiosos
puerta a puerta. Todo lo sublime en esas cosas cotidianas, ¡Cuánta magia oculta, avanti!
Ya había empezado a notar algunos estímulos tremendos, cuando, de repente, me encontré
con un inconveniente. Estaba ya avanzando en mi meta, pero, todas esas palabras e
historias deplorables que siempre están dándole vueltas a todo y salen hasta de una piedra,
me confunden bastante, me desconcentran. Me esforzado mucho por callarlas, pero siempre
vuelven. Desesperado ya, opte por empezar a escribirlas a ver si me deshago de ese lastre
sin sentido, y eme aquí. Espero que esto funcione, empiezo a preocuparme. Si no logro
esto, tal vez nunca llegue a ver patente el alma de las cosas, y me sea muy ajeno ese ojo de
artista que tanto quiero, y que me he propuse para este año. (Vividor)
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