lunes, 13 de marzo de 2017

Historia Efímera

Por Luz Elena Gomez Monsalve



Se murió, se murió, fue lo único que atino a decir con cara de sorpresa y  más aún con  mucha tristeza.
Con mucho cuidado lo recogió, lo cubrió con su mano, le ayudo a salir del cascarón.
Pensó que su capacidad podía darle vida, a ese ser que sin plumaje, con sus ojos cerrados solo buscaba el calor de esa madre que no lo vio nacer.
Pero Ella estaba feliz de ver los avances y esfuerzos del polluelo hasta el atardecer.
Pero oh… error craso, pensó que el agua estaba muy fría y que necesitaba asemejar ese calor al de su madre.
Entonces la calentó un poco y un poco y un poco, cuando consideró  que su temperatura estaba como Ella creía, coloco el polluelo.
Más tarde abrió lentamente su cobija y se encontró con la dantesca situación. Su pájaro se tostó, porque no resistió el calor, ese calor de madre que le faltó.
Lucharon ambos. Ella por quererlo salvar y el por quererse salvar de su agitada pero efímera existencia.
 Se fue sin entender, que la vida es un vaivén y que hay que vivirlo al ritmo, que le toca ese vaivén.

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