En
un frío bosque en una zona septentrional de algún continente se encontraba un
joven, desorientado, cansado y solo, lo único que sabía era que debía encontrar
algo, pero no sabía qué, su armadura húmeda le rasgaba la piel, su espada estaba
atascada por el frío, pero él sólo caminaba en la inmensidad de la vegetación,
adentrándose más y más, sentía cómo su ser se desvanecía en el paisaje, de
sorpresa se encuentra una joven mujer sentada en una roca peinando su largo
cabello, hermosa como el cielo, un pelo rubio y liso hasta los tobillos, el
joven se acerca cauteloso, “-¿Dónde estamos? –dijo él” ella aguardó silencio
durante unos minutos, “esa no es tu pregunta –replicó ella-, eso ya lo sabes”
desconcertado, el joven pregunta “-¿Qué debo buscar?” y ella contestó “-¿Qué
quieres encontrar? te ayudaré si prometes no irte”, “¿Irme a dónde? –responde
él angustiado.” En el instante siguiente el joven se encuentra en una cama, en
un apartamento en el centro de una ciudad gris y contaminada, se acababa de dar
cuenta que todo fue un sueño, deprimido por enfrentar la insoportable realidad
a la que se ve obligado a vivir se levanta para comenzar un nuevo día, estudia
en una prestigiosa universidad del norte de la ciudad sin saber para qué
estudiar, todos le dicen que para ser feliz, su rutina se resume en ir en
metro, estudiar, verse con sus falsos amigos y volver a casa, intercambiar unas
pocas palabras con sus distantes padres adictos al trabajo; lo único que lo
emociona es ir a dormir para poder encontrarse con aquella bella joven con la
que sueña tanto, que lo ayuda a encontrar aquello que tanto anhela, algo que lo
hará feliz, algo desconocido pero que necesita, en un lugar lejos de todo, en
un lugar donde su realidad nunca lo alcanzará, en un lugar donde es libre.
Pronto empezó a dormir más de lo normal, a pasar más tiempo en el bosque, con
una chica a la cual comenzó a amar, ya dudaba de su realidad, de donde era su deber de estar, cuál mundo era
real; en todos los sueños antes de despertar ella le rogaba que no se fuera que
estuvieran juntos por siempre. Después de un tiempo su realidad inició a
afectar sus fantasías, su exposición al realidad comenzó a transformar su
mente, su bosque se puso gris, los árboles se convertían en muros, las flores
en alambres de púas, los animales en vehículos, ya no la encontraba, en ese
momento cayó en cuenta que debía escapar de su subyugante vida, y un día
decidió que no quería ver nunca más otro amanecer, ese día fue el día más feliz
de su vida, había caído en cuenta que encontró lo que tanto había buscado, tomó
las pastillas de su madre y sonrió hasta la hora de dormir, al encontrarse con
la hermosa joven le dijo “-Ahora sí te prometo que jamás me iré”.
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