lunes, 13 de marzo de 2017

Renatus

Por Pedro Jose Esquivia Espitia

En un frío bosque en una zona septentrional de algún continente se encontraba un joven, desorientado, cansado y solo, lo único que sabía era que debía encontrar algo, pero no sabía qué, su armadura húmeda le rasgaba la piel, su espada estaba atascada por el frío, pero él sólo caminaba en la inmensidad de la vegetación, adentrándose más y más, sentía cómo su ser se desvanecía en el paisaje, de sorpresa se encuentra una joven mujer sentada en una roca peinando su largo cabello, hermosa como el cielo, un pelo rubio y liso hasta los tobillos, el joven se acerca cauteloso, “-¿Dónde estamos? –dijo él” ella aguardó silencio durante unos minutos, “esa no es tu pregunta –replicó ella-, eso ya lo sabes” desconcertado, el joven pregunta “-¿Qué debo buscar?” y ella contestó “-¿Qué quieres encontrar? te ayudaré si prometes no irte”, “¿Irme a dónde? –responde él angustiado.” En el instante siguiente el joven se encuentra en una cama, en un apartamento en el centro de una ciudad gris y contaminada, se acababa de dar cuenta que todo fue un sueño, deprimido por enfrentar la insoportable realidad a la que se ve obligado a vivir se levanta para comenzar un nuevo día, estudia en una prestigiosa universidad del norte de la ciudad sin saber para qué estudiar, todos le dicen que para ser feliz, su rutina se resume en ir en metro, estudiar, verse con sus falsos amigos y volver a casa, intercambiar unas pocas palabras con sus distantes padres adictos al trabajo; lo único que lo emociona es ir a dormir para poder encontrarse con aquella bella joven con la que sueña tanto, que lo ayuda a encontrar aquello que tanto anhela, algo que lo hará feliz, algo desconocido pero que necesita, en un lugar lejos de todo, en un lugar donde su realidad nunca lo alcanzará, en un lugar donde es libre. Pronto empezó a dormir más de lo normal, a pasar más tiempo en el bosque, con una chica a la cual comenzó a amar, ya dudaba de su realidad,  de donde era su deber de estar, cuál mundo era real; en todos los sueños antes de despertar ella le rogaba que no se fuera que estuvieran juntos por siempre. Después de un tiempo su realidad inició a afectar sus fantasías, su exposición al realidad comenzó a transformar su mente, su bosque se puso gris, los árboles se convertían en muros, las flores en alambres de púas, los animales en vehículos, ya no la encontraba, en ese momento cayó en cuenta que debía escapar de su subyugante vida, y un día decidió que no quería ver nunca más otro amanecer, ese día fue el día más feliz de su vida, había caído en cuenta que encontró lo que tanto había buscado, tomó las pastillas de su madre y sonrió hasta la hora de dormir, al encontrarse con la hermosa joven le dijo “-Ahora sí te prometo que jamás me iré”. 

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