La noche comenzaba a hacerse dueña del camino. Al hombre le costaría trabajo regresar a su casa. Ya los años
lo habían golpeado y sabía que las fuerzas se habían ido de sus manos. Con dificultad, comenzó a mover sus
botas mojadas entre la maleza, apoyándose sobre el azadón y con la esperanza de divisar, no muy lejos, las
tapias de la casa vieja que lo habían visto crecer. Los árboles, algo más viejos que él, parecían custodiarlo y se
despedían al tiempo que el viento frío se pasaba entre sus ramas. El destello lunar dejaba entrever la silueta del
hombre avanzando con lentitud por el sendero.
Una luz amarilla iluminaba el corredor de la casa. El olor a café iba escapándose por las ventanas y se hacía uno
con la neblina que abrazaba las tapias blancas. Varios pasos iban chocándose en el piso de madera; se acercaban
a la puerta por el pasillo. Con el rechinar de las bisagras, surgió la imagen de una mujer de cabellera blanca,
que, con ojos de presagio, miraba el monte oscuro, a la espera del viejo. El frío la hizo sentarse en su silla
mecedora, donde el vaivén y el olor a café iban trayendo recuerdos de ventanales, balcones y serenata. El frío de
la noche no había consumido el último aliento del hombre. Guiado por la luz de la casa, iba acercándose, paso
entre paso, con el anhelo en los ojos de una taza de café caliente. Al llegar, la encontró dormida en la mecedora,
acurrucada con la ruana. La vio mover su cabeza y abrir los ojos, dejando escapar una sonrisa que le llegaba a
su corazón de roble. Ella se levantó con prisa para servir el café; caminó hasta la cocina, donde las brasas
mantenían caliente la bebida; sirvió dos tazas, regresó afuera y con sus manos temblorosas le acercó una al
viejo, que animado a recobrar el calor, fue bebiendo, sorbo a sorbo, hasta la última gota. Entraron a la casa, las
bisagras volvieron a rechinar y se apagó la luz del corredor.
Haciendo a un lado las botas, introdujo sus pies sucios en una vasija con agua caliente, mientras ella se
preparaba para ir a la cama y fijaba la hora del reloj despertador. Era una habitación pequeña, donde solo se
escuchaba el tictac. Tomó una toalla, secó sus pies todavía sucios y la dejó sobre las botas. Entraron en la cama.
El reloj comenzaría su sinfonía poco antes de las cuatro de la madrugada. El descanso era profundo. Mientras
dormían, sus manos se habían juntado y el tictac del reloj seguía incesante. Un sueño se apoderó de sus mentes,
al contacto de sus manos. Vestían igual que el día de su boda. Ella, con su vestido de nieve, y él, con su lustroso
traje oscuro. Los años parecían haber desaparecido. Una melodía serena, los llevaba a conectar sus miradas,
mientras él la tomaba por la cintura y la invitaba a bailar un vals eterno. Afuera de la casa, el viento sopló con
fuerza. Las brasas que habían calentado el café, se extinguieron por completo. El tictac del reloj se detuvo al
lado de los cuerpos que reposaban en la cama. Ya eran más de las cuatro de la madrugada y los árboles
aguardaban el paso del viejo. Los cafetos estaban más solos que nunca. Apenas quedaban las huellas que había
dejado al caminar en la noche. El silencio iba de la habitación a las brasas extintas; de las botas sucias, a la
puerta; de la casa, a las matas de plátano. Los primeros rayos pegaron en la puerta; pegaron en la ventana, en la
mecedora, y el rechinar de las bisagras no se escuchó.
Cuando llegó la tarde, ellos estaban de fiesta, y el pueblo estaba de luto.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Qué genial!
ResponderEliminarBuenas imágenes del ambiente campestre.
ResponderEliminarEl amor es tan eterno y grande que hasta la muerte se apiada de ello y lo lleva hasta el final de una vida fisica y al comienzo de una eternidad aventurada.
ResponderEliminar¡Excelente relato!
ResponderEliminarmuy buen ejercicio de narración, me encantó el final.
ResponderEliminarMuy bueno. Felicidades.
ResponderEliminarMe encanta, es hermoso como nuestra mente viaja y crea a través de estos relatos. Felicitaciones !!!
ResponderEliminarExcelente, bien relatado
ResponderEliminarExcelente, que buen relato desde su principio hasta el.fin me gustó, felicitaciones!!
ResponderEliminarExcelente, felicidades
ResponderEliminarque buen final, excelente trabajo felicitaciones :D
ResponderEliminarEso cosmossss!
ResponderEliminarBuen cuento felicidades...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy buena narrativa que evoca lugares comunes de quienes pasamos alguna parte de nuestra vida en el campo y el anhelo de una muerte deseada en el sentido de que se vive tranquila y serena teniendo todo lo que se puede pedir en los últimos momentos. Felicitaciones hermano, un cuento bien logrado.
ResponderEliminarLeerlo lleva al suelo germinal y honesto de los campos, y al ensueño idealizado y apacible de la muerte.
ResponderEliminarFelicidades!!!
Excelente historia
ResponderEliminarMe gustó la ambientación, y el desenlace, fresco pero interesante...
ResponderEliminarme encanto
ResponderEliminarMUY ROMÁNTICO ME ENCANTO
ResponderEliminarEste cuento es de admirar, ya que conecta al lector con la imaginación del escritor en el mismo y remueve recuerdos de la vida practica.
ResponderEliminarEste cuento es de admirar, ya que conecta al lector con la imaginación del escritor en el mismo y remueve recuerdos de la vida practica.
ResponderEliminarUn aire de tradición ancestral
ResponderEliminarLleva la poesía en la sangre
ResponderEliminarQue cuento más genial, el final lo mejor
ResponderEliminarexcelente, felicitaciones!
ResponderEliminarque buen relato!!!reflejo de un gran amor eterno ;)
ResponderEliminarExcelente narración
ResponderEliminarSe narra una vida de campo amorosa y una muerte tranquila. Me gusta la ausencia de violencia.
ResponderEliminarNos lleva a vivir esos momentos sencillos de aquella pareja.
Excelente escrito, me encanto;
ResponderEliminartienes un talento admirable.
Esta bueno el cuento mijo. Dios lo bendiga mucho.
ResponderEliminarMe fascina, sigue adelante.
ResponderEliminarhermoso cuento :o
ResponderEliminarHermoso! Gran escrito. Felicitaciones
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy buen cuento, excelente
ResponderEliminar«(...) ellos estaban de fiesta, y el pueblo estaba de luto.» Conmovedor. Felicidades.
ResponderEliminarexcelente cuento, felicidades siga asi y progrese ;) =) :D
ResponderEliminarQué gran historia
ResponderEliminar