Es increíble lo difícil que es entenderlas, día tras día
junto a ellas y definitivamente son imposibles de comprender totalmente. Se
presentan sorpresivamente con sus innumerables y típicos detalles, detalles que
nos comparten y sin duda alguna la mayoría de ellos nos aburren, pero descubrimos
en ellas una misteriosa esencia que lentamente nos enamora, es inexplicable
como con solo verlas nos adentramos al lapso que acelera nuestro sistema, ocasionándonos
así todo tipo de sensaciones, pasión, sutileza, incertidumbre e inclusive temor, nos preparamos y utilizamos toda nuestra
razón y deseo para el momento de demostrar lo que sentimos por ellas, llega el
día y aparecemos temprano, llenos de ansiedad comenzamos a imaginarnos todas
las eventuales posibilidades que se podrían presentar a su llegada, esperamos
con inquietud y contamos el tiempo que tardan en arreglarse y liberarse de molestias
naturales, con el simple fin de terminar en su forma más bella, y aunque nos
desesperen, el esfuerzo y paciencia siempre valen la pena, porque al momento en
que por fin salen de su desordenado hogar podemos observar de arriba a abajo su
hermosa y correcta figura, sonreímos y en la mente expresamos “esta es la
correcta”, fascinados, nos damos cuenta que no podemos progresar sin ellas y
así con sus raras complicaciones y caprichos amamos a las matemáticas.
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