viernes, 17 de marzo de 2017

Un Todo

Por Santiago Velásquez


–¿Quién soy? – dijo el hombre solitario, mientras caminaba a la nada – No sé qué me depara la mañana, pero aquí ya estoy, ¿devolverme? Nunca, tengo mucho que quiero hacer; la soledad es mi aliada y no necesito distracciones – declaró –¿Pero, de qué sirve llegar al final, si no disfrutaste el recorrido? – alegó el hombre optimista, sonriendo cómo siempre– Se necesita “relax” o sino todo se vuelve un crucigrama del País; nadie lo resuelve. Debes disfrutar el paisaje que hay en tu camino – expresó –¿Qué ridiculez dicen ustedes? – gritó el hombre pensativo, criticando la lógica anterior – Sin pruebas sólidas– decía en voz alta –Pobre gente. Terminarán mal. Si los dejara solos, buscarían a David Murcia para darle sus bienes más preciados; a ver si la pirámide funciona. ¿Cómo saber que este camino me lleva a dónde queremos ir? Ojalá un sabio nos indique la respuesta – No te preocupes. Recuerda lo que la abuela decía: “Cada día trae su afán” – señaló el hombre de las tradiciones – Si hacemos lo mismo siempre, nada saldrá mal, y claro, jamás hay que olvidar los consejos. Recuerda: “Escucha concejo para que llegues a viejo” – pensó deleitado y reconfortado en el saber popular. –Si tantos lo dicen debe ser verdad ¿no? Es mejor no arriesgar. El camino seguro, ese hay que tomar – dijo al terminar – Eso es basura – replicó el hombre apasionado – El camino seguro ese hay que tomar – dijo en tono burlón y sarcástico – ¿Dónde está el alma, el espíritu, la emoción? No es suficiente. Necesito algo más excitante y llamativo. El camino que te haga sentir vivo, ese hay que tomar – proclamó – ¡Cállense! No saben ni siquiera cómo se debe pensar – rugió el hombre conflictivo – Quieren formar problemas aquí, ¿no es cierto? Soy de los que nunca olvido – aseguró con mirada violenta y tono fuerte – El camino con menos gente desagradable es el que hay que tomar. Los del problema son ellos, no yo – dijo con poder y seguridad – Sé que tal vez no me escuchen, nunca lo hacen, pero hay que ir por el camino que nos dé menos sufrimiento – gimió el hombre herido – mi orgullo ha sido pisoteado, mi confianza destrozada, mi amor desechado, ¿quién querría seguir así? Ustedes no me entienden. Es mejor no aumentar las heridas que los malos caminos me dejaron – se dijo a sí mismo – ¡Oigan! Esperen un momento. Todos cálmense – habló con serenidad el hombre de los mil defectos – No nos definen sólo las heridas que tengamos o el temperamento o el raciocinio o la pasión o las costumbres. Nosotros somos uno y tenemos que seguir a pesar de eso. Hay que aceptar cada parte para conocerse. Afrontaremos el camino que elijamos – declaró para terminar. Samuel se levantó. Había tomado una decisión.

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