Esta mañana recibí la inesperada visita
de un insecto, en mis estragos mentales lo vi fijamente y el muy
corresponsablemente; también me miró, sorprendentemente abrió sus pequeñas y
grotescas fauces y entonces me habló: Mi nombre es Gregorio Samsa me dijo en
medio de un chillido inteligible que muy locamente asimile como una voz frágil
y aguda.
He venido a enseñarte algo -- dijo en
tono algo aireado y prosiguió --- La metamorfosis es posible, se puede
trasmutar el cuerpo y también el espíritu, yo soy la prueba viviente de ello---
Claro que la metamorfosis es posible
pensé, el peso estrepitoso de los años nos lo dice cada día, la edad justiciera
implacable nos enseña constantemente que nuestra biología nos transforma, y
muchas veces ante el espejo, no logramos reconocer lo que esta hace con
nuestros rostros y nuestros cuerpos.
No seas imbécil me dijo el impaciente
insecto, continuando con su retahíla --es cierto la edad nos transforma, pero
eres hombre no planta y lo que te distingue del vegetal es el destello de luz
que emana de ti, ese destello es la prueba
irrefutable de que además de carne eres espíritu. Transformar la carne es
fácil, trasformar el espíritu es una tarea dispendiosa, la tarea que nos hace
humanos, yo no lo entendí y mírame he cambiado de carne para poder cambiar de
espíritu.
Tu
necesaria transformación tiene un nombre – esa mujer a la que idolatras—si tu
espíritu conmovido te distrae por un instante de lo que es importante y me
refiero a ella, pues la metamorfosis de tu alma es el camino que debes seguir.
Muda
el torpe egoísmo, muda las ansias de tenerla, muda la avaricia y la codicia,
muda eso; múdalo en lo único que puede transformar no solo los cuerpos sino a
la misma esencia de nuestra existencia, el amor, querido e impaciente humano.
Voló
el revelador insecto, surcando el espacio y estoy seguro que jamás lo volveré a
ver, dejando en el aire la consigna de la necesaria transformación que debo
hacer, para renunciar a ti y tener lo que más anhelo: una imagen y un olor
diáfano de ti que me acompañe siempre, como prueba de lo que realmente importa…
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