jueves, 16 de marzo de 2017

La Cordura en la Entrada del Infierno

Por Fabián Andrés Calderón Hurtado 

Voy caminando por sombras y luces que son proyectadas por mi mente. La realidad es algo que está en mi cabeza reflejado a quien conmigo interactúa, ese otro yo que me cuenta susurros al oído ha hablado con él. Con esa proyección que me es desconocida, pero que de manera extraña creo conocer; ese espejo viejo, como con manchas que salen por la edad, me acompaña mientras me prepara para atender a mis pacientes, particularmente uno, extraordinario ante los ojos del Dios de la ciencia. Hoy es nuestro 92 día viéndonos y veo mejorías, - Doctor, me susurra al oído, que hermoso día, que fanático momento que ni el éxtasis entiende, - ¿Por qué no puedo escuchar esa conversación? – como si estuviera y no estuviera, como si el Dios de la ciencia me castrara de la humanidad fértil, otro día, otro segundo; - sigo aquí como si fuera el primer momento en que te vine a visitar después de ese suceso descontrolado. Papá e hijo, todo parece igual, el doctor me dice que el reconocimiento por su actividad neuronal proyectada en el espejo de la vida se desvanece, como ese tenue sonido de los gritos del silencio: Que hermoso espejo que alguna vez aprecié; - la imagen de esa otra persona desconocida pero conocida- Odio esas proyecciones forzadas porque aparecen y me fecundan en la humanidad real, esos sonidos tan desconcertantes, pero conocidos sacuden mi claridad, tratándome de mostrar un camino que hace rato perdí. - Lo que me sorprende es su energía y revitalización, lástima que no está en la realidad, en esta de muchas. Oh genial locura permitida por el Dios de la ciencia, 92 días sin él y con él, pero como la raíz del árbol soy su soporte hasta que la irrealidad se vuelva realidad, los gritos del silencio ya vacío. -  ¿Cómo lo vio hoy? -, como siempre en su espejo desgastado, perdido en su interior, como a la espera de señales, con una inteligente locura asomándose hasta eclipsar pronto esa irrealidad. 92 días han pasado y es como la primera vez. - Lo lamento fue un colega excepcional, un padre incomparable y un hijo sin igual. - Salgo de esa locura donde caen todos aquellos sin luz en sus ojos, como pedazos de una civilización avanzada a los cuales ya olvidaron y solo pienso en esa frase de Dante al entrar , “Es por mí que se va a la ciudad del llanto, es por mí que se va al dolor eterno y al lugar donde sufre la raza condenada, yo fui creado por el poder divino, la suprema sabiduría y el primer amor y no hubo nada que existiera”.

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