viernes, 17 de marzo de 2017

El Viaje

Por Jhonatan Steven Lopez Garcia

Hace mucho, pero mucho tiempo, antes de que existiera la industria, en una época donde prácticamente todo se hacía a mano, se inventó un instrumento de madera que pudo recrear las más hermosas melodías del mundo, así como otros tantos instrumentos que existieron y existen. Dicen que esta creación fue tallada con la forma de una mujer, por un alquimista que perdió a su amada, y que para revivirla, capturó su voz en una caja de madera con clavijas, un mástil y cuerdas especiales que al tocarse juntas o por separado, recreaban las canciones melodiosas de su amor. Muchos viajeros que pasaban por el lugar dónde vivía aquel alquimista, se detenían todas las tardes, y durante largas noches, escucharon atentos las melodías que escapaban por una ventana. Sin embargo, el alquimista se había convertido en un ente solitario, durante años, nunca nadie pudo saber el origen de tan encantadoras melodías, con el paso del tiempo la música que provenía de aquella ventana pasó de ser alegre y continua, a ser melancólica, discontinua y triste. Un día un flautista pasó por allí, hacía frío, y él andaba en busca de posada, viajaba desde muy lejos, pero en el camino algo llamó su atención, unas desdichadas notas, que para nada sonaban mal, solo que eran tristes. Así que a través del silencio comprendió que cerca había un ser que se encontraba en un momento difícil, por lo que al escuchar las notas que salían por aquella ventana, no pudo evitar dirigir su flauta a las estrellas y seguir con su música la melodía que sonaba. Aquella noche el flautista viajero, fue invitado a pasar al hogar del viejo quien se recargó de fuerza al escuchar al flautista en complemento animoso. El flautista le narró al anciano historias fantásticas que corresponden a hechos mitológicos cuyos tiempos hablaban de siglos atrás; grandes guerreros fueron invocados, dioses, monstruos y batallas tan campales como el amor. Cuando llegó el alba el flautista se fue a descansar, antes de ir a dormir, le explicó al alquimista, que en los días posteriores se iba a dirigir a las tierras más lejanas donde se oculta el sol, a llevar el mensaje de la música y la alegría que debe retornar por todos los caminos. Juntos partieron el flautista y el alquimista, viajaron hacia el sur oeste, llegaron a la India, navegaron intrépidamente el río Ganges,  pasaron por Turquía y descendieron a las lejanas tierras de Etiopía hasta cruzar el Sahara evitando los tiempos de guerra, que enfrenta absurdamente a los hombres entre sí. Unos años más tarde, según dicen las leyendas, los dos viajeros, el alquimista y el flautista,  fueron al “nuevo mundo”  llevando la música desde los Grandes Lagos, los Andes hasta las Pampas... Desde esos días la guitarra y la flauta sí que han sonado juntas la en las carreteras de américa, las plazas, sus pueblos y montañas... contando historias memorables, hablando de los buenos hombres o los malos; el verso y el beso... el amor apasionado y desenfrenado o el compartir de la vida en la incandescencia de una buena comparsita...Dicen las malas lenguas, que el alquimista murió en Marinilla-Antioquia hace como 150 años y que  al fin pudo juntarse con su amante, por eso narran los cuentos, que dentro de cada guitarra marinilla viven los amantes, se encuentran y recrean en la forma más sencilla del amor y alegría que viajan por la vida a través de la música....¿Y qué pasó con el flautista? Pues que aún no ha muerto, y que anda errante por estos pueblos... incluso, una vez lo vi, un primer sábado del mes, en la plaza Bolívar de Medellín, sentado, al lado de la fuente, contento con una flauta de madera y  en bienaventurado alborozo, declamando poesía...

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