viernes, 17 de marzo de 2017

Incertidumbre y Persistencia

Por Mateo Sepúlveda Zapata

Uno, dos, tres…
Era como la quinta vez que tocaban la puerta, pero yo no tenía intenciones de abrirla.
La primera vez que tocaron lo ignore. La segunda vez pregunté ¿quién es? Y nadie contesto. La tercera vez pregunté ¿quién es? ¿Qué desea? Y tampoco hubo respuesta, quien sea que este afuera no tiene intenciones de responder.
Quien podría ser a esta hora, es domingo por la noche y todos están en sus casas durmiendo o preparándose para hacerlo. Mis padres no están y prácticamente todas las luces están apagadas.
Uno, dos, tres…
Siempre tres toques, secos y firmes, resonando en las paredes de mi casa, no lo comprendo, que es lo que pretende esta persona; asustarme, sorprenderme o es algo más.
Uno, dos, tres…
No tengo más alternativa, la abriré.
Uno, dos, tres…
Los espacios entre cada serie de toques se han reducido ¿Qué sucede? ¿Acaso quién está detrás sabe que me estoy acercando?
Uno, dos, tres…
Está tocando con más fuerza, creo que se le está acabando la paciencia o algo le preocupa. Tal vez estoy exagerando y solo sea mi padre pidiéndome que le de sus llaves, ¡Sí! Eso debe ser.

Pero cuando estuve a punto de abrir la puerta alguien me tomo por los hombros, me sujeto y me cubrió los ojos y la boca, trate de escapar pero fui incapaz. Me golpeó la cabeza y me tiro al suelo. Fueron mis últimos minutos de conciencia los que me permitieron escuchar como una voz ronca me decía “Desviste escapar cuando tuviste la oportunidad”

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