Me llené de angustia por la pregunta evadida; y en vez de
expresarlo, empecé a caminar; salí del edificio, conduje a casa, me acosté en
el suelo de mi cuarto medio vacío, y aceché el techo hasta que quedé atrapado
en sueños.
Soñé con ella, por supuesto.
Mis fantasías materializadas y las emociones tan reales;
porque son reales; ¿no lo son?
¿Por qué no serían reales las emociones en sueños?
Soñé con ella y esta vez no hubo destierro ni maltrato;
soñé con ella y esta vez su rostro era su rostro, soñé con ella y esta vez su
respuesta fue clara.
— ¿Te quedarás conmigo? —
— Me quedaré contigo —
Vaya respuesta más simple; vaya paroxismo de emoción el que
me produjo.
Pero desperté; por supuesto desperté.
Desperté y recordé el rostro que ya no parece su rostro, el
olor que ya no es más su olor; recordé aquel destierro inminente e imprevisto;
la violencia y el maltrato.
¡Ah, aquel maldito destierro!
Y ahora las lágrimas bajan por mis mejillas y me hago un
ovillo en el suelo y me angustio de nuevo por la pregunta evadida.
— ¿Te quedarás conmigo? —
Pero por supuesto la pregunta quedará sin respuesta; por
supuesto la angustia no desparecerá de mi vida. ¿Cómo podría lo arrebatado
volver a donde pertenece? ¿Cómo podría la muerte retroceder y dar nuevo paso a
la vida?
No puede, nunca podrá.
Y es por eso que mi pregunta nunca será respondida.
¿Cómo podría ella, después de 3 días en la morgue, dar
alguna respuesta?
No hay comentarios:
Publicar un comentario