Ella
es. La tierna y hermosa mujer de
cachetes cerrados. Ella nunca volverá,
ese era el comentario de los incrédulos.
Aquel
día el sol caía, pero la lluvia mostraba su posesión por el ambiente. Creíamos ser los reyes pero notábamos ser los
fracasados. Aquel día el mundo cambio
para todos; no positivamente. Claro está, todos somos intelectuales perdidos en
el cinismo de la vida.
Aquel
día marcó la vida de todos los presentes.
Todo
comenzó con una botella sobre una cabeza.
A nadie le importo y mucho menos se indago. Pero había algo claro. Existen personas capaces de lastimar hasta
ese punto de conseguir algo.
Habíamos
bebido. Y desconocíamos las
consecuencias. Todos teníamos
responsabilidad. Creo a nadie le importo. Aquella noche se convirtió en la salida de
todos.
El
vino llegó, las cervezas llovían. Y yo
solo era un personaje más de aquel cliché melodramático. Todos contaban su historia, ninguna era
importante. Valía mas el ayer o el
después que el ahora.
La
mañana llego. Y cuando el mundo despejo
sus nubes incoherentes de dolor… una frase se oyó en el aire… “ella no es lo
peor de sí misma…”
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