viernes, 10 de marzo de 2017

Los Dotorcitos y sus Historias

Por Alejandro Espinosa

Esos dotores. Nos creen caídos del zarzo. Pero no soy bobo. Gracias a mis apás, y a mi Diosito santo, que me dieron lo que ellos no tuvieron: educación. Si señores, yo fui a la escuela y aprendí todo lo que menestaba: leer, escrebir, sumar, dividir. Todo lo sé y por eso es que no me como los embustes de los niños bonitos del gobierno, de la televisión y de las universidades.
Los tengo agarraos. Cada que abren la boca descubro sus errores y engaños. No mas el dotor alcalde vino el año pasado a prometernos agua “potable”, ¿qué es potar? ¡Nada! Será agua botable. Yo veo que en sus barrios los ricos abren sus grifos y botan el agua. Botar agua si es lógico….potable…¡pamplinas!
Hasta los dotores de los hospitales…son muy brutos. A mi tía, poco antes de fallecer, uno de esos señoritos médicos la mandó a conseguir un colchón “ortopédico”. Es claro que lo que el mediquito ese quería dicir era colchón dotorpédico. Si lo recetó un dotor pues debe ser dotorpédico. Fui a la biblioteca yo busqué en un dicionario y lo que encontré de orto era muy ofensivo y no puede tener nada que ver con un colchón para mi finada tía.
También descubrí que el bibliotecario es de esos brutos. Cuando le pedí el dicionario, me corrigió diciendo “dixionario”. Eso no es posible porque en el dicionario salen todas las palabras que uno puede dicir, porque eso de “dixir” no existe ni en español ni en ninguno de los idiomas. A mi no me engañam.
Y encima esos de la televisión son hasta peores de tontos. En un programa de animales estaban presentando un perro de esos que tienen en los barrios de los ricos y entonces el pobre y despistado presentador dijo que ese era un perro de raza “frenshpudel”. ¡ah bruto! Si se veía que el perrito era crespito, todito, de la cabeza al rabo, entonces tiene que ser crespúdel. Son tan brutos que no se puede creer. Esos presentadores de acá son muy tapaos porque yo vi donde el compadre Anselmo, que tiene de esos canales de televisoras de otros países y yo vi que allá si son inteligentes y hasta los niños desde pequeñitos hablan otros idiomas. Yo alcancé a entender mucho de lo que decían. Creo que puedo hablar y entenderme en inglés con cualquier ingleseño de esos.
Yo siempre he tenido un ánimo curioso e investigador. Yo por eso es que voy a donde mi comadre Etelvina que tiene computadora y busco mucho en la interné. Yo no entiendo muy bien lo de esa interné y la red y el güifí, pero gracias a esa computadora descubrí otra mentira que dijo William, el noviecito universitario de la hija de la vecina. El muy descarado vino un día a dicir con raras palabrejas que los políticos nos robaban a los pobres y que nos explotaban, y que tenían la decencia y la honestidad más perdidas que “el hijo de Linber”. Yo nunca había conocido al sr. Linber pero fui a buscar y claro, descubrí el engaño. Linber no existe, lo que si existe es Berlín, que es una ciudad en las Alemanias. Allá si tiene que haber un pobre sr. Berlin al que desafortunadamente se le habrá perdido una cría.
A nosotros los pobres si nos explotan, pero ese William y sus amigos barbudos con los que se mantiene, a mi no me engañan. Son unos vagos. Dizque marcistas. Tienen como un club en el que pierden el tiempo fumando cosas extrañas y tomando cerveza. No sé por qué se llaman marcistas….debe ser que sólo trabajan en marzo. El resto del año no hacen sino fumar y hablar cosas raras.

Y encima se pasan años en la universidad perdiendo el tiempo y dejándose crecer el pelo. Yo apenas fui unos pocos años a la escuela y con lo que aprendí me basta y me sobra. A mi mis muchachos que no me vengan con ese cuentico de la universidad. Que crezcan trabajadores, responsables y con la misma chispa del apá. ¡Si señor!

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