lunes, 20 de febrero de 2017

Aguantando Hambre


Por Leodan Andres Otaya Burbano

Roberto no tenía ningún peso en su bolsillo a la llegada del fin de mes, y el giro que mensualmente le hacía su mamá estaba tardando más de lo esperado. Los estudios en la Universidad eran muy exigentes y no dejaban tiempo a Roberto para que trabajara con el fin de tener algo de dinero para satisfacer algunas necesidades, por ello dependía totalmente de su madre, que desde un pueblo lejano le enviaba la plata para sus gastos.

Pasó un día y nada que llegaba el dinero, pasó otro día y tampoco, Roberto sólo tomaba agua del grifo para espantar su hambre terrible. Al segundo día de no comer nada empezó a experimentar los efectos terribles de la hambruna: se le nubló la vista, le daban mareos, temblaba, se le entumecían sus brazos y sus piernas, su estómago no paraba de crujir, sentía arder su cuerpo, estaba desesperado. Por primera y única vez experimentó lo terrible que era aguantar tanta hambre, ahí comprendió lo que pueden sentir aquellos seres pobres, que viven del rebusque, sin ingresos fijos. Así vivió en carne propia lo que es sufrir de verdad por un pedazo de pan.

Al tercer día de la hambruna al fin llegó el dinero, Roberto fue al Banco, retiró la plata y lo primero que hizo fue llamar a su madre y agradecerle enormemente por sus sacrificios hechos con el fin de que su hijo estudiara y fuera alguien en la vida. Buscó un restaurante y se comió un suculento desayuno, que le cayó como el maná del cielo, ya que su cuerpo no daba más, y el desespero lo abrumaba.

De ahí en adelante Roberto apreció cada plato de comida como si fuera oro, y rezaba diariamente para que nunca le fuera a faltar de nuevo el alimento diario. Vivió en carne propia lo que a muchos seres humanos les pasaba cada día, y sintió lástima por ellos.


Así es que amigo valore la comida como debe ser, no sea remilgado, no haga mala cara cuando tenga un plato servido con el cariño que la gente le brinda, más bien agradezca a Dios por tener algo que echarle al estómago todos los días, porque si no sólo cuando tenga que aguantar hambre de verdad verdad sabrá lo que realmente vale la comida.

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