Por Leodan Andres Otaya Burbano
Roberto no tenía ningún peso en su bolsillo a la llegada del
fin de mes, y el giro que mensualmente le hacía su mamá estaba tardando más de
lo esperado. Los estudios en la Universidad eran muy exigentes y no dejaban
tiempo a Roberto para que trabajara con el fin de tener algo de dinero para
satisfacer algunas necesidades, por ello dependía totalmente de su madre, que
desde un pueblo lejano le enviaba la plata para sus gastos.
Pasó un día y nada que llegaba el dinero, pasó otro día y
tampoco, Roberto sólo tomaba agua del grifo para espantar su hambre terrible.
Al segundo día de no comer nada empezó a experimentar los efectos terribles de
la hambruna: se le nubló la vista, le daban mareos, temblaba, se le entumecían
sus brazos y sus piernas, su estómago no paraba de crujir, sentía arder su
cuerpo, estaba desesperado. Por primera y única vez experimentó lo terrible que
era aguantar tanta hambre, ahí comprendió lo que pueden sentir aquellos seres
pobres, que viven del rebusque, sin ingresos fijos. Así vivió en carne propia
lo que es sufrir de verdad por un pedazo de pan.
Al tercer día de la hambruna al fin llegó el dinero, Roberto
fue al Banco, retiró la plata y lo primero que hizo fue llamar a su madre y
agradecerle enormemente por sus sacrificios hechos con el fin de que su hijo
estudiara y fuera alguien en la vida. Buscó un restaurante y se comió un
suculento desayuno, que le cayó como el maná del cielo, ya que su cuerpo no
daba más, y el desespero lo abrumaba.
De ahí en adelante Roberto apreció cada plato de comida como
si fuera oro, y rezaba diariamente para que nunca le fuera a faltar de nuevo el
alimento diario. Vivió en carne propia lo que a muchos seres humanos les pasaba
cada día, y sintió lástima por ellos.
Así es que amigo valore la comida como debe ser, no sea
remilgado, no haga mala cara cuando tenga un plato servido con el cariño que la
gente le brinda, más bien agradezca a Dios por tener algo que echarle al
estómago todos los días, porque si no sólo cuando tenga que aguantar hambre de
verdad verdad sabrá lo que realmente vale la comida.
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