Perdido en el Paraíso

Por Marcos Jose Gomez Santoya 

Un día cualquiera, ocurrió una de esas casualidades que alguien nunca olvidaría, un príncipe muy reacio y frio para el amor, conoció en medio de una aburridora fiesta real, a una de esas personas que le cambiarían su vida para siempre al entrar a su mundo, una de esas que con tan solo verlas te sudan las manos, te tiembla el corazón y te hace volar la imaginación. Cuando la vida le presentó una oportunidad como esa, él no supo que pasaría con certeza pero lo sentía en el corazón, la tomó sin medir ningún riesgo y sin pensar como resultaría.

El príncipe dio todo lo que tenía para que fuera perfecto, incluso discutió con sus padres por su amor, hasta el punto de que estos lo amenazaron con dejarlo sin herencia, porque según ellos, ella no era la indicada para gobernar un reino junto a él; El príncipe pensó que ella lo valía, incluso dejar el trono, lo sentía, con cada beso, cada caricia y cada minuto al lado de su princesa. Ahí fue cuando lo entregó todo, sin medida y sin asumir las consecuencias de sus actos, sin importar si lo que estuviera haciendo estaba bien o mal pero siempre creyéndole a su corazón que tan solo un minuto al lado de ella compensaría todos los riesgos, iría donde fuera para demostrarle sus sentimientos, estaba bien lanzarse al vacío aunque todo saliera a su favor o no, tuvo en cuenta que siempre es bueno arriesgarse por las cosas en las que creía.

El príncipe y a la princesa estuvieron distanciados por un tiempo, él viajaría para su encuentro, las expectativas con el pasar de esos días previos crecían cada vez más, pues se mandaban cartas de amor a diario, a pesar de todo el príncipe llego a su destino, él tan solo esperaba una muestra de su afecto, un beso, un abrazo o un gesto, como las que habían antes, para ver si todo ese afecto que sentía era correspondido, si aún seguía ahí, pero las cosas no salieron como lo había planeado y no obtuvo nada, lo que fue a buscar y lo que esperaba de su princesa se volvió inconcluso y todo se sintió vacío para él. Se perdió en su paraíso.

En ese momento se sintió triste, decepcionado, iracundo e impotente, sintió que su mundo colapsaba, todo por lo que creyó fracaso, pero aun así no dejo de intentarlo y luchó con todas sus fuerzas hasta lo último por su amor, al final vio por la ventana del palacio que su princesa se estaba marchado en un carruaje, al ver como se alejaba supo finalmente que ya se había acabado. Aunque el príncipe se quedó con un nudo en la garganta y un vacío en el pecho, fue feliz por un instante, se fue con la alegría de saber que dio todo por algo en lo que creyó y quiso con todas tus fuerzas, fueron días de lecciones y no se avergonzó de nada porque lo que hizo vino de lo más profundo de su corazón, un corazón que ni el mismo sabía que tenía.

Al final se quedó con un te quiero que su boca nunca pronuncio y aprendió que de experiencias se vive, que todos los finales no pueden ser felices, pero se mantuvo fuerte y nunca paró de creer que algún día llegaría el amor a su vida. Pese a que sintió que su corazón había sido destrozado y que aunque se arriesgó y no salió como fue planeado, nunca debería dejar de hacerlo, dejar de intentarlo, porque era joven, esto apenas comenzaba para él y algún día todo se compensaría, se quedó con esa sensación de nostalgia, se había enamorado y a pesar de que ella ya no estuviera, por siempre sabría que había sido su más bonita casualidad.