… Y al final en un día lluvioso lo abandono todo, abandono su vehículo de cuatro ruedas que
vomita fuego cada vez que avanza, abandono la cajita de fósforos donde solía vivir y también
su lugar de trabajo, abandono muchas de las cosas que nunca quiso ser pero que
irónicamente fue. Pensativo y con un rostro inexpresivo deambulaba por una ciudad vacía y
fría, al cesar de llover notó que se habían formado charcos en algunos lugares de la calle y
curioso como un niño se asomó en cada uno de ellos, observó que a pesar de la quietud del
agua veía su reflejo distorsionado, él no se reconocía y se preguntó si alguien alguna vez lo
había hecho, comenzó a sentir entonces un cosquilleo extraño alrededor de sus ojos y una
sensación un tanto molesta en la nariz, no se explicaba lo que podría ser puesto que hace
mucho tiempo no percibía algo así, su sentido del gusto dio alarma de haber ingerido algo
salado, se llevó las manos al rostro y con sus dedos tanteó sus labios y advirtiendo humedad
en ellos continuo haciéndolo, alcanzaba a imaginarse los riachuelos que sus lágrimas habían
dejado por su piel, no pensaba parar, quería conocer el nacimiento de los ríos que
desembocaban en su boca, palpa sus ojos y se entera que llora, no podía recordar cuando
había sido la última vez que lo hizo y paradójicamente sus labios se tornan en forma de U al
mismo tiempo que de sus ojos brotan más lágrimas.
– Solamente soy un esquirol – Piensa.
– El dinero, las casas, las fiestas, los carros, las joyas, los lujos no son para tanto, son para
tontos... ¡ahhh! Cuanto tiempo perdido.
Ya no tenía un lugar al cual ir, ni un camino que seguir, salvo el que decidiera labrar por si
mismo, sus recuerdos anteriores a su deformación evocaron llegando a su mente como una
lluvia de estrellas, la lectura de un buen libro, un café o una cerveza bajo el firmamento, la
desobediencia justificada, una buena charla, recuerdos de la infancia y adolescencia, la
empatía, tomarse la vida cómo un chiste, cómo un juego, dar la mano y recibirla, acciones
tan sencillas pero que producían una gran satisfacción y en especial la búsqueda de los
sueños que aún no estaban contaminados por nuestra sociedad; éstos eran los sueños por
los que vale la pena vivir, éstos eran los sueños que él volvería a buscar, pues al final todos
queremos o ansiamos que la propia existencia tenga un significado.
Me gusto mucho, es duro salir de nuestra zona de comfort e ir detrás de algo que es incierto pero que nos llena el alma¡¡
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